Giro forense restos humanos y mitologías del conocimiento

El llamado “giro forense” trajo, a partir de la experiencia latinoamericana del fin de las dictaduras, un cambio de paradigma en el abordaje de los cuerpos que procedían de tumbas clandestinas de las dictaduras inspiradas en el modelo de “seguridad nacional”. Surgidos de la recuperación arqueológica, las preguntas planteadas por la comunidad acerca de qué había ocurrido con las personas desaparecidas, reconfiguró un campo disciplinario al cruzarlo con el de la memoria, la representación y los reclamos por verdad y justicia. En efecto, en diversos escenarios, la pregunta por el pasado reciente mostró las enormes fracturas de comunidades traumatizadas cuyas interrogantes desbordaban los marcos de las respuestas de la historia, los sistemas judiciales y las explicaciones de los gobiernos. La reintroducción de los cuerpos habidos en las investigaciones forenses no sólo reactivan conflictos, sino que plantean la reconfiguración  simbólica del valor de los cuerpos, en el contexto de un capitalismo que impone a lo existente criterios de valor otros.

En el año 2005 en Uruguay, a partir  de la asunción de la coalición de izquierda Frente Amplio en el gobierno, se inició una investigación coordinada por la Universidad de la República con el fin de ubicar los cuerpos de los Detenidos – Desaparecidos de la última dictadura. Un largo proceso “transicional” iniciado a mediados de los 80, estuvo signado por la renuncia del estado a juzgar los crímenes perpetrados por militares y policías contra la población civil. La ley llamada de «caducidad de la pretensión  punitiva del estado” impedía juzgar a los perpetradores, poniendo sobre el escenario de la democracia  recuperada un actor terrible que se quedaba como convidado  de piedra: los responsables por  las atrocidades no pagan y quedan entre nosotros sin que conozcamos su rostro. Pero además alejaba la posibilidad de conocer, de saber qué había ocurrido con las víctimas, sino también qué había ocurrido en la dictadura por qué?  Cómo se podía hablar si no era conveniente escuchar, si no había modo de recuperar ese relato que muchos querían contar? La aproximación a ese pasado, a falta de conceptos precisos para representarlo, tendió a simplificarse, por ejemplo  en  la “teoría de los dos demonios” y en un  cierto rechazo  al interés por saber lo que había ocurrido. En ese sentido, el  presidente de la transición, Julio Ma. Sanguinetti se refería a quienes denunciaban las violaciones, torturas y crímenes durante la dictadura y antes… como quienes “tenían los ojos en  la nuca”; como anclados en el pasado. Una clara apuesta al negacionismo desde la cúspide del sistema político: en el pasado reciente no hay nada que tenga que ver con el presente político.

Sin embargo, ese relato no podía responder todos los interrogantes y satisfacer la demanda histórica por la verdad y la justicia, era una epistemología que dejaba afuera a un sujeto fundamental: el testigo. Un sujeto que surgió con fuerza en la post dictadura y que viabilizaba, ponía en discurso a las víctimas, trayendo lo que se dio en llamar el “giro testimonial” (Castillejo Cuéllar, 2007). Aparece en la ambigüedad y debilidad del relato una epistemología política que permite recubrir de sentido y significado una época, eran historias amargas, a veces heroicas y, también hay que decirlo, de hombres.

Es a partir de los hallazgos de enterramientos clandestinos en 2005, y la identificación de las víctimas que los testimonios cobran legitimidad definitiva e innegable. Comenzaba sin embargo un nuevo problema: la reintroducción de los cuerpos identificados en una sociedad post conflicto, ¿cómo se los representa? (Stepputat, 2014: 26)

Si los historiadores habían sido los “especialistas en el pasado”, se verificó, en el posconflicto, un cambio de escenario para dar respuestas a los muchos interrogantes acerca de “lo que  ocurrió”. Diversos especialistas responden sobre el pasado a partir de estudiar información inscripta en los cuerpos: es el llamado “giro forense” (Keenan & Weizman, 2015: 30). Con enormes consecuencias institucionales, en diversos ámbitos políticos y sociales, ha servido para dar forma al hecho político característico del pasado reciente en América Latina: la violencia, pero la violencia unida al cuerpo, derivada y reconocida por el lenguaje forense y sus recursos científicos y tecnológicos.

No obstante, como relato, lo forense se asocia más con la memoria, ambigua y elusiva, que con la historia como disciplina, parece conectar mejor con relatos parciales, con experiencias de colectivos humanos y personales.

Hay una pregunta no obstante que vale plantear, ¿por qué el Museo como institución predilecta para transmitir y mostrar la experiencia traumática? ¿Por qué en la transitoriedad de las muestras y en el carácter audio visual y sobre todo estético es que se producen las activaciones de la memoria? En 2001 ICOMOS funda un “Comité internacional para la memoria de los crímenes públicos” en el que reconoce el rol de la memoria en la función de la institución (Vinyes, 2018: 334).

Cierto es que el debate sobre la descolonización del Museo, sus dilemas éticos acerca de la devolución de las colecciones se constituyó en una práctica efectiva que afecta a las narrativas posibles que se pueda hacer con los objetos. El problema de la sustitución de un relato por otro y el desmantelamiento de los significados y la “desmonumentalización” se han evaluado como riesgos que afecten el valor de conocimiento de las muestras. Cabe plantear un asunto en el contexto de este capitalismo posindustrial relacionado con el estatuto de los restos humanos y su circulación por diversos canales, sean académicos, judiciales, museísticos, médicos, etc. La investigación forense ha puesto por delante un número de restos humanos nunca antes disponible con esa calidad y tipo de información, que permite hacer hipótesis científicas de identidad, ancestría, estado sanitario, y un larguísimo etc. Podríamos decir que los “huesos” y también los tejidos son un “recurso” por el que los laboratorios pagan. Es decir no sólo están relacionados con el “pasado” y las “historias” de un pasado traumático sino  que han ingresado en circuitos capitalistas empresariales que pretenden modificar su estatus para transformarlos en mercancías (Alves Cardoso, 2018: 79).

El programa de investigación internacional Corpses of Mass Violence and Genocide, desarrollado desde 2012 hasta 2016 sobre el tratamiento de los restos humanos en las configuraciones contemporáneas de violaciones masivas de los derechos humanos (Anstett, 2021: 18) plantea algunos problemas en relación al estatuto de los restos y su variación en el transcurso de la citada circulación. Reconoce que en el contexto de crímenes masivos los restos son considerados, por los perpetradores, como cosas. También para los científicos forenses son objetos, aunque con otros fines, pero también son aniquilados por los procedimientos de análisis. El valor emocional, afectivo que le da la comunidad, es siempre un salto ontológico a una condición que niega toda otra que no sea la de una “cosa singular”. El valor de “mercancía”,  plantea que en el contexto del capitalismo actual las nociones de valor y uso reproducen relaciones de dominación y conflicto, que los esquemas simbólicos están atravesados por relaciones capitalistas que no podemos negar.

El estatuto de los restos humanos, resultado por un lado de este giro forense y por otro de la capacidad de “producir” cuerpos muertos desde comienzos del siglo XX, plantea a la antropología, no tanto la necesidad de responder, sino de sugerir la pregunta correcta, ¿qué queremos y podemos decir de la representación del cuerpo? Siendo que el “cuerpo” tiene más de un estatus, algunos de ellos contradictorios, creemos que la antropología debería responder advirtiendo sobre concepciones del cuerpo que reivindiquen la neutralidad de los restos humanos.

Bibliografía

Alves Cardoso, F. 2021 “Restos óseos humanos en Portugal: un (necesario) punto de  convergencia entre ciencia, política y economía” En: Restos  óseos humanos: ¿cosas o personas. José Ma. López Mazz & Elisabeth Anstett (Eds). Ediciones Universitarias, Unidad de Comunicación de la Universidad de la República (ucur). Montevideo.

Anstett, E. 2021. “Del desecho a la reliquia. Los antropólogos sociales enfrentados al estatuto cambiante de los restos”. En: Restos óseos humanos: ¿cosas o     personas. José Ma. Lóp.ez Mazz & Elisabeth Anstett (Eds). Ediciones Universitarias, Unidad de Comunicación de la Universidad de la República (ucur). Montevideo.

Castillejo Cuéllar, A.  2007. La globalización del testimonio: Historia, silencio endémico  y los usos de la palabra.  Antípoda N° 4 Enero –  Junio.

Keenan, T. y Weizman, E. (2015). La calavera de Mengele. Barcelona, Buenos Aires: Sans Soleil Ediciones.

Stepputat, F. 2014. Governing the dead. Sovereingnty and the politics of dead bodies. Manchester University Press. Manchester and New York.

Vinyes, R. 2018. Diccionario de la memoria colectiva. Gedisa. Barcelona.