Uno de los efectos más claros y permanentes a largo plazo de un desplazamiento forzado es la soledad. En la infancia y en la adolescencia la interrupción de las pertenencias o identificaciones tempranas condena a una soledad muy particular. Este es tema en torno al que gira un libro que acaba de ver la luz: Transterradas. El exilio infantil y juvenil como lugar de memoria.